A la hora de comprar un coche, los conductores suelen tener muy en cuenta los vehículos que más rápido se deprecian, un factor muy importante a la hora de adquirir un vehículo, ya que para venderlo en un futuro siempre es bueno conocer, aunque sea aproximadamente, el retorno económico que se va a obtener por él. Y en estos casos, los que llevan las de perder son los coches eléctricos... pero ¿porqué...?
Antes de entrar en las razones por las que un coche eléctrico pierde más valor de recompra que uno de combustión, conviene saber que hace algunas semans, la consultora iSeeCars hizo público un estudio que dejaba en muy mal lugar a los vehículos de cero emisiones, ya que explicaba que solo durante el primer año, su pérdida de valor es un 50 % mayor que el del resto de motorizaciones, y en casos de modelos puntuales, esta depreciación puede ser directamente de casi la mitad del precio con el que salió de fábrica.
En esta dirección apunta también un informe elaborado por Ganvam-DAT, según el cual, el valor residual de los vehículos eléctricos entre enero y marzo se situó en el 52,5 %, haciendo referencia a vehículos con 36 meses de antigüedad que comparaban con otros tipos de sistema de propulsión, y concluyendo que la diferencia es notable, ya que en el mismo tiempo, el valor residual de los modelos de gasolina solo baja un 28,5 %, mientras que en el caso de los híbridos no recargables, la reducción es del 28,8 %; y para los diésel la pérdida de valor es ligeramente superior al 33 %.
Pero... ¿por qué los coches eléctricos se deprecian más que los de combustión?. Hay varios motivos que han hecho que la depreciación de los cero emisiones se acentúe en los últimos tiempos, puesto que es algo que ha pasado desde siempre, pero que hay ido a más en los últimos años. El primer motivo tiene que ver con el propio mercado, ya que cuando la nueva ola de coches eléctricos se estableció, los modelos que había a la venta eran pocos y caros.
Por contra, en tiempos recientes se han puesto a la venta cada vez más opciones, algunas de ellas con tarifas más asequibles, lo que ha hecho que la competencia aumente, lo que ha permitido se produzca una guerra de precios con rebajas importantes.
Otro motivo es que los propios coches eléctricos, tanto como segmento como a nivel individual, emplean una tecnología que mejora de manera constante, por lo que es fácil ver cómo, en cuestión de meses, incorporan mejores tecnologías, sobre todo de baterías, que les confieren autonomías mayores y, de manera paralela, dejan obsoletas a versiones anteriores.
De esta manera, coches con relativa poca antigüedad tienen baterías menos capaces con rangos más limitados, que despiertan un interés menor entre los potenciales compradores.
El último gran motivo tiene que ver también con las baterías, pero apunta en una dirección distinta: el largo plazo. Las baterías de los coches eléctricos se degradan poco a poco con los ciclos de carga y descarga, algo que se puede agravar en mayor o menor medida en función de los hábitos que se tengan, como el abuso de las cargas rápidas. De esta manera, la capacidad útil del coche será considerablemente menor una vez usado que cuando fue adquirido nuevo, mermando la autonomía del mismo,uno de los principales factores de preocupación para los conductores a la hora de dar un salto a las cero emisiones.
Si, además tenemos en cuenta que los coches eléctricos más antiguos no iban precisamente sobrados de autonomía, sin duda se trata de algo que “tira para atrás” a muchos potenciales compradores, lo que hace que su valor caiga en picado.