La transición hacia la movilidad eléctrica es una de las grandes esperanzas de la lucha contra el cambio climático, por lo que saber cuántos años necesita realmente un coche eléctrico para compensar las emisiones generadas durante su fabricación, se convierte en recurrente. Ahora, un reciente informe de la Universidad de Duke (EEUU) arroja luz sobre este debate y nos ayuda a entender mejor el impacto real de estos vehículos a lo largo de su vida útil.
La clave para responder a esta cuestión está en analizar el ciclo completo de vida del coche eléctrico, desde la extracción de materiales para la batería, pasando por la fabricación del vehículo, hasta su uso en carretera y, finalmente, su reciclaje.
De esta manera, según el informe de la Universidad de Duke, aunque la huella de carbono inicial de un coche eléctrico es mayor que la de un coche de combustión debido a la batería, la diferencia se va reduciendo conforme el vehículo circula y utiliza electricidad en vez de combustibles fósiles.
El estudio de Duke señala que, de media, un coche eléctrico necesita entre 2 y 6 años de uso para compensar las emisiones extra generadas durante su fabricación respecto a un coche de gasolina o diésel. Este intervalo depende de varios factores, tales como el mix energético de cada país, el tamaño y tipo de la batería, o los hábitos de conducción de los usuarios.
En países como España, donde la proporción de energías renovables en la red eléctrica ha ido en aumento, el periodo de compensación se sitúa más cerca de la parte baja de la horquilla, es decir, unos 2 o 3 años; y si el usuario opta por recargar su vehículo en casa con energía solar, la compensación puede llegar incluso antes, acelerando el proceso y maximizando los beneficios ambientales.
No obstante, el informe también advierte sobre la importancia de la duración total del vehículo, de manera que cuanto más tiempo permanezca en circulación un coche eléctrico, mayor será la reducción neta de emisiones respecto a uno convencional. Es decir, un mantenimiento adecuado y la reutilización o reciclaje eficiente de las baterías son aspectos fundamentales para aprovechar al máximo el potencial ecológico de estos vehículos.
Además, la Universidad de Duke subraya que la mejora tecnológica en la fabricación de baterías y el incremento de la cuota de energía renovable en la generación eléctrica están reduciendo progresivamente el periodo de compensación de emisiones. Así las cosas, en un futuro cercano, podríamos ver cómo los coches eléctricos igualan o superan a los de combustión en términos de impacto ambiental desde el mismo momento de su compra.
El caso es que, aunque la producción inicial de los coches eléctricos supone un esfuerzo ambiental superior al de los vehículos tradicionales, su uso prolongado y la transición hacia una energía más limpia están haciendo que la balanza se incline cada vez más a favor de la movilidad eléctrica, lo que nos deja un mensaje claro: cuanto antes se apueste por un coche eléctrico y por fuentes de energía renovables, antes empezaremos a notar una diferencia positiva en nuestro entorno.
